"La suerte de la fea la guapa la desea”, dice un refrán que podría aplicarse perfectamente a la protagonista de este reportaje. Y es que la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber) bonita no es.
Es una criatura de aspecto extraño. Pero, en contrapartida a su fealdad, la naturaleza la ha dotado de un organismo privilegiado gracias al cual no envejece ni padece cáncer. El hombre ha pasado siglos buscando el secreto de “la eterna juventud”. Lo ha perseguido en las fórmulas de los alquimistas medievales, y creyó encontrarlo en las selvas de Florida, donde el conquistador Ponce de León dijo que existía una fuente mágica que rejuvenecía... Pero todo eran espejismos, y al final parece que la solución a esa quimera podría estar en el ADN de esta poco agraciada y diminuta criatura subterránea.
Porque la rata topo posee las claves del mejor tratamiento antiaging del mundo. No solo hace gala de una longevidad asombrosa (vive una media de 23 años, frente a los ocho del resto de los roedores), sino que además no muestra síntomas de envejecimiento. Los científicos están desconcertados, ya que el organismo de esta criatura parece desafiar algunas de las leyes básicas de la biología. Sus células no acusan los síntomas del llamado estrés oxidativo, que está vinculado al proceso de envejecimiento y a enfermedades como la aterosclerosis y el alzhéimer.
Tampoco entienden los investigadores cómo puede vivir tantos años este extraño roedor teniendo unos telómeros excesivamente cortos. Los telómeros son los extremos de los cromosomas, y su longitud está vinculada a la longevidad. Cuando se desgastan, las células empiezan a envejecer, a menos que el organismo sea capaz de generar una sustancia, llamada telomerasa, que los repare. Pero los telómeros de la rata topo, aunque anormalmente pequeños, no se deterioran. Dado que su organismo no produce telomerasa, los investigadores suponen que debe de sufrir alguna mutación que hace que los extremos de los cromosomas se repliquen a sí mismos y se mantengan intactos durante casi toda su vida. Es solo una hipótesis, pero estudian su genética para encontrar el secreto que nos permita vivir más y mantenernos siempre jóvenes.
Los expertos aseguran que estas mutaciones que sufre la rata topo son fruto de su adaptación al medio extremo en el que vive. Y esa existencia en un mundo subterráneo ha hecho posible que sea capaz de sobrevivir casi sin oxígeno. En los mamíferos, la privación de oxígeno durante tres o cuatro minutos causa irreversibles daños cerebrales. Pero la rata topo (pese a que habita en un ambiente en el que la cantidad es del 8% frente a la media de la superficie, que es el 21%) es capaz de soportar hasta media hora de hipoxia sin sufrir daños.
La causa la han descubierto investigadores de la Universidad de Texas en San Antonio, y tiene que ver con cómo sus células cerebrales regulan la ingesta de calcio. “El calcio en las células del cerebro hace cosas maravillosas, como formar recuerdos”, explica el biólogo Thomas Park. “Sin embargo, un exceso de calcio hace que todo se descontrole. Las células del cerebro, cuando se ven privadas de oxígeno, no pueden regular la entrada de calcio, y ese exceso resulta letal.” Pero las ratas topo comparten una habilidad con los bebés humanos: en las células del cerebro de los recién nacidos los canales de calcio se cierran cuando se produce la privación de oxígeno. Una capacidad que los humanos perdemos con los años, pero que este roedor conserva toda su vida. Los investigadores también descubrieron que su hemoglobina tiene mayor afinidad con el oxígeno que la del resto de los mamíferos, lo que le permite capturar el poco oxígeno que existe en el medio en el
que mora.
En cambio, cuando las células cancerosas de rata topo que se cultivan en el laboratorio tienen contacto entre sí, dejan de crecer y dividirse. Este sofisticado sistema defensivo se ha descubierto que se debe a una mutación que dichos roedores tienen en el gen p16INK4a. Los humanos también poseemos este gen, aunque lamentablemente en nuestro caso sin la capacidad de provocar la inhibición por contacto de las células cancerígenas.
Por todos estos motivos, la rata topo desnuda se ha convertido en uno de los animales más fascinantes para los científicos. Los investigadores están convencidos de que esta extraña criatura con una forma parecida a una salchicha con colmillos podría albergar las claves genéticas que nos ayuden a entender mejor las causas del cáncer y, tal vez, incluso a curarlo. ¡Quién lo iba a decir con esa pinta!
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